Las Salinas Brito, al Sur de Cuba, desaparecerían bajo el agua en dos décadas
Fotos: Marisol Ruiz Soto (AIN)
Del nombre de Brito, no se acuerdan ni los más antiguos pobladores del mayor humedal del Caribe, éste fue un personaje, como tantos en la seudo república, que guareció sus turbios negocios detrás de unos estanques rudimentarios para secar sal, que luego extraía del lugar por una línea muy recta de ferrocarril.
Cuando en 1959 triunfó la Revolución en Cuba, Brito, quien desde 1948 andaba por aquellos recónditos parajes, recogió sus pertenencias y se escabulló para nunca más volver.
El sitio, situado muy próximo al tacón del zapato que asemeja en el mapa de la Isla la Ciénaga de Zapata, fue objeto de protección y conservación desde muy temprano en la política del gobierno revolucionario cubano.
Pero los ojos atónitos de los expertos medioambientales ven el peligro ceñirse sobre manglares y marismas de no poner freno a las causas que originan el calentamiento global.
A las Salinas de Brito se llega por un sendero de 22 kilómetros, recto y exuberante, donde otrora existía la línea del ferrocarril por la que se transportaba la sal. Una vez en el área sólo lo separan unos ocho kilómetros del mar Caribe en toda su dimensión.
El ingeniero Frank Medina Tejera, especialista del Parque Nacional Ciénaga de Zapata, bien sabe del tema, por más de 20 años transita el sendero, respira el aire puro y se recrea con los flamencos blancos y rosados que llegan cada invierno en bandadas para aparearse y procrear.
Con sus prismáticos inseparables, el experto repasa, hasta donde llega la vista, cada palmo de los 360 kilómetros cuadrados del refugio y comenta que las aves llegan más temprano cada vez, signo inequívoco del cambio climático.
Desde su experiencia y más que ésta, su amor infinito por la naturaleza, Medina explica en detalles sobre el proyecto Cocodrilo, y dice que unos seis mil reptiles de la especie endémica de la Ciénaga vive en su habitad natural.
A ella le llamamos especie sombrilla porque protegiéndola, preservamos al entorno como son aves, bazales de ciénaga, vegetación, peces, jicoteas, reptiles, iguanas, manglar y otros que conviven con el crocodylus rhombifer, expone.
Aunque la zona es visitada cada año por cerca 10 mil turistas, amantes del ecoturismo, pesca deportiva, observación de aves, senderismo y otras manifestaciones del llamado turismo de naturaleza, Medina informa de los planes de manejo para medir impactos y agresión del hombre sobre este paraíso del ecosistema.
Las Salinas Brito se integra al sistema nacional de áreas protegidas y por ello existen constantes monitoreos de las aguas, para estudiar por ciento de salinidad, Ph, oxígeno y temperatura, que provee a los científicos de un nutrido banco de datos con cifras para comparar.
Se aprecian los cambios, dice Medina, hay más calor, en los últimos inviernos hemos visto dos o tres días de más frío que el acostumbrado, el embate de los huracanes se requieren acciones urgentes, no pueden ser meras curitas, depende de voluntades políticas y económicas salvar a la humanidad.
Entre las lagunas de agua salada y poca profundidad que caracterizan a este reservorio, Lázaro Bonachelo vive buena parte de su vida. El, junto a otros de sus compañeros obreros del parque, conocen bien los caminos para ir a cada pequeño cayo.
Los botes planos son el medio eficaz para trasladarse por el agua límpida, contar garzas de variados colores, cocos, sarapicos, patos o al nativo gavilán cangrejero.
Debajo de la embarcación se aprecian algas de tonalidades distintas, sardinas, mojarras, rayas, obispos o mantas que tratan de no molestar a los tripulantes.
Este lugar de ensueño, privilegio de la naturaleza, con aguas cálidas de 26 grados de temperatura promedio, donde conviven especies autóctonas con otras eventuales, podría desaparecer bajo las aguas en 20 años, debido a los efectos del calentamiento global.
Medina y una decena de expertos como él, confían en el ser humano, pero no basta, en este caso, la esperanza. El llamado de alerta está hecho y el hombre es el único responsable.
Hay que apurarse, el corredor migratorio natural, uno de los más grandes reservorios del continente está en peligro, el grito surge desde la marisma o la vegetación espesa y variada que separa el sendero de la salina.
El verde claro y oscuro de palmas, caobas, almácigos, júcaros, guaos de costa y helechos avisa del desastre Macabíes, barracudas, cocodrilos, jicoteas y sábalos quieren vivir en paz con la naturaleza.
Pero todos, absolutamente todos, perecerán si el hombre no adopta conciencia.
3 comentarios
TACHUELO -
anonimo -
Estas en Cuba socialista, no os asombreis de nada!!! je je je
Cesar -