Adriana y Gerardo: amor a prueba de rejas
Adriana y Gerardo: amor a prueba de rejas
Bárbara Vasallo y Roberto Jesús Hernández
Era verano, y también el calor del Caribe inundaba sus cuerpos y almas. En una ceremonia sencilla Adriana Pérez OConnor, estrenaba brillo en sus ojos y Gerardo Hernández Nordelo, tomaba sus manos ferviente. Era el 15 de julio, 21 años atrás, ellos comunes jóvenes cubanos unían sus vidas en matrimonio.
Hoy, el tiempo cuenta una historia de amor y rebeldía. Hace más de una década Adriana y Gerardo no pueden estrecharse en un abrazo.
El impulsado por una fuerza mayor está prisionero en una cárcel de máxima seguridad.
Su lucha contra el terrorismo e ideas de cubano bueno lo llevaron lejos de la tierra. Un juicio arbitrario, jurado parcial, jueza manipulada, sistema judicial complicado y mafia cubano-americano de Miami mediante, lo mantiene confinado.
A ella, para hacerle más difícil la condena de El, la oficina de Intereses de Washington en La Habana, le niega reiteradamente la visa para acudir a visitarlo, y con ello le impiden rozar su piel, al menos por un instante.
La Corte Suprema del país poderoso se negó a revisar el caso, a pesar del reclamo de miles de personalidades jurídicas, intelectuales, Premios Nobel y ciudadanos honestos del mundo.
Justo 24 horas antes del aniversario de bodas de esta pareja cubana, que dejó de ser común, Adriana, incansable en la lucha por la liberación de su esposo, junto a René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, participó en una intensa jornada antiterrorista en Cárdenas, a unos 140 kilómetros al este de La Habana.
Con el brillo intenso en los ojos, con lógica nostalgia mira más allá, sobre el horizonte, el futuro. Ella confía en la fuerza de las voces que se alzan en el mundo, convencida, por la historia y el tiempo de un gran amor, a prueba de rejas.
Bárbara Vasallo y Roberto Jesús Hernández
Era verano, y también el calor del Caribe inundaba sus cuerpos y almas. En una ceremonia sencilla Adriana Pérez OConnor, estrenaba brillo en sus ojos y Gerardo Hernández Nordelo, tomaba sus manos ferviente. Era el 15 de julio, 21 años atrás, ellos comunes jóvenes cubanos unían sus vidas en matrimonio.
Hoy, el tiempo cuenta una historia de amor y rebeldía. Hace más de una década Adriana y Gerardo no pueden estrecharse en un abrazo.
El impulsado por una fuerza mayor está prisionero en una cárcel de máxima seguridad.
Su lucha contra el terrorismo e ideas de cubano bueno lo llevaron lejos de la tierra. Un juicio arbitrario, jurado parcial, jueza manipulada, sistema judicial complicado y mafia cubano-americano de Miami mediante, lo mantiene confinado.
A ella, para hacerle más difícil la condena de El, la oficina de Intereses de Washington en La Habana, le niega reiteradamente la visa para acudir a visitarlo, y con ello le impiden rozar su piel, al menos por un instante.
La Corte Suprema del país poderoso se negó a revisar el caso, a pesar del reclamo de miles de personalidades jurídicas, intelectuales, Premios Nobel y ciudadanos honestos del mundo.
Justo 24 horas antes del aniversario de bodas de esta pareja cubana, que dejó de ser común, Adriana, incansable en la lucha por la liberación de su esposo, junto a René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González, participó en una intensa jornada antiterrorista en Cárdenas, a unos 140 kilómetros al este de La Habana.
Con el brillo intenso en los ojos, con lógica nostalgia mira más allá, sobre el horizonte, el futuro. Ella confía en la fuerza de las voces que se alzan en el mundo, convencida, por la historia y el tiempo de un gran amor, a prueba de rejas.
3 comentarios
LAUREL -
anonimo -
Alcides -